Una imagen con palabras
A aquel hombre que se oculta tras una gabardina y un sombrero,
que dice tener treinta años y nombre de marca registrada,
a esta persona que dice tener el alma cosida a puñaladas,
de amantes incontables y recuerdos efímeros,
tan efímeros como la propia vida.
A aquel hombre del que invadí su intimidad,
(internet sirve hasta para prueba judicial de infidelidad),
con el que compartí una conversación sobre ventiladores,
y me desveló una fantasía de película de los cincuenta,
sobre una actriz bella, inocente, y precozmente muerta.
A aquel hombre que me trata como algo que no soy aún,
me da un título que todavía tardaré en conseguir,
y me obsequia con un ustedeo que sólo le arranco a los profesores
de universidad, aparte de a él.
No sé dónde está el límite entre la fantasía y la realidad,
hasta cuándo habla en serio al referir que estoy siempre en su cabeza,
al decir que compartiría una nochecita toledana conmigo,
(y le advierto que es el primero que me lo propone, al menos de esa forma).
Pero algo hace que cada tarde o noche, cuando puedo,
entre Montmarte, una prisión en Tailandia y algunos amigos,
me pase por ese lugar como salido de la pluma de James Ellroy,
y me parece que cambia mi vida.
Por ese rato, por los sueños y por estar ahí,
le mando el beso que no puedo darle,
a Jack, mi guía en las noches perdidas.
Rima libre, versos libres... es que soy muy libre yo.