Mis vacaciones

Es mejor que las cuente ahora que todavía están frescas. A pesar de los problemillas personales que tuve antes, compensaron y me lo pasé muy bien.
De Alicante, poco que decir. Playita, salir, y un par de clases de conducir con mi primo (ya sé ir en línea recta). Como voy todos los años, nada nuevo. Después, a Cambrils a visitar a mi prima, y allí sí que hicimos bastantes cosas. Un par de visitas a Tarragona (que ya lo conocía, aunque me encanta exactamente igual que la primera vez, es un ciudad muy original, preciosa) y luego el gran viaje: Barcelona. Maravillosa, a pesar de que tardamos casi dos horas en llegar, y normalmente no pasa de una, debido al atasco en Vendrell (no he estado, pero el nombre no se me va a olvidar en mi vida) y a los cinco o seis peajes por los que pasamos. Pero mereció la pena. Barcelona se ha convertido en mi ciudad española favorita. Tiene una vida increíble, hay gente por todas partes, y una belleza increíble. Lo primero que hicimos al llegar fue dar una vuelta por la plaza de Cataluña...

Luego vimos la Catedral, que es bastante... bueno, distinta de las que había visto. Lo que más me gustó fue el claustro, y ese altar extraño que hay bajo el altar mayor me pareció super misterioso. Gracias a ella me reconcilié con el gótico, al que odiaba desde cierto maldito examen de historia del arte. Y eso que, como en el Vaticano, me hicieron cubrirme los hombros para entrar, con el calor que hacía.

Después de un paseíto por el barrio gótico, como iba siendo hora, nos fuimos a comer al Navarra o Navarro, que nos clavaron pero comimos muy bien, y después cogimos un autobús para dar una vueltecita panorámica. Paseo de Gracia arriba, Sagrada Familia, Tibidabo, Sarrià, calle Balmes y otras cuantas cositas más. Fuimos arriba del todo, al aire libre, y yo flipando. Me encantan las casas del siglo XIX y principios del XX. En fin, dimos toda la vuelta, bajamos de nuevo y decidimos que era hora de pasar por las Ramblas. Lo único que puedo decir es: mucha gente. Y con los ojos muy abiertos para verlo todo. Luego llegamos a la plaza Real, que me encantó, y entonces la batería de mi cámara dijo basta.

Tras la visita al monumento a Colón y al Maremágnum (llámese así al puerto, por si alguien no lo sabía), y viendo que se nos hacía de noche y el coche de mi prima tenía un faro fundido, dijimos que era hora de volver.

Otras visitillas que hicimos fueron las del monasterio de Santes Creus, del que ya os hablaré otro día, y algo de Tarragona. Mi prima y su amiga, con la que comparte el piso, vienen a Jaén en octubre y no sé lo que les voy a enseñar para compensarlo...

Otra cosita: Alatriste. En fin. Hay que tener en cuenta que es materialmente imposible concentrar cinco libros y añadir escenas nuevas, y que fingir un acento español genuino es complicado... pero bueno, no es un mal producto, llena salas, que es bastante, y tal vez anime a la gente a leer los maravillosos libros de Pérez Reverte (por cierto, el sexto Alatriste, a finales de año. La venganza de Alquézar... ya me muero de ganas). Y Unax Ugalde, por supuesto. Cada escena en la que él y Mortensen comparten plano es un monumento jeje. Por cierto, la ambientación, también muy buena. Y Quevedo, Copons y María de Castro se salvan.